Antes de que estallara la pandemia, la comunidad de Sucre logró a través de la familia
franciscana financiación para comprar todo lo necesario para montar una panadería. El
proyecto planteaba la elaboración del pan para el autoconsumo, pero también para la
venta con el objetivo de lograr ingresos para el proyecto.
Ahora la panadería es una realidad. Deliciosas cestas de pan salen del horno, listas
para ser consumidas en por los niños/as y jóvenes que acuden diariamente al comedor
o vendidas por las jóvenes universitarias, que colaboran así con el proyecto.
Después de los duros confinamientos, la Casa de Pastoral de Sucre es de nuevo un
espacio de acogida lleno de vida para los niños/as, jóvenes, las universitarias y las
familias a las que apoya este proyecto de educación gestionado por la hermana Silvia.
Actividades en la cancha deportiva, recreos y encuentros con los que poco a poco se va
recobrando la normalidad.