Vivimos en un mundo que ha alcanzado un nivel sin precedentes de desarrollo económico, tecnología y recursos financieros, pero todavía millones de personas viven en la extrema pobreza. Los recursos se concentran en las manos de unos pocos, lo que roba dignidad a la vida de la mayoría de los habitantes del planeta. La falta de oportunidades obliga a los más pobres a vivir en condiciones precarias con trabajos peligroso apenas remunerados, viviendas insalubres, falta de alimentos, y acceso limitado a la justicia y a la sanidad.
Con estas condiciones de vida, la pobreza extrema se perpetua y se convierte en un mal que se transmite de generación en generación. Es un problema multidimensional que solo se puede resolver con reformas y cambios, no solo políticos y económicos, también de conciencia y visión de los que más tienen.
Nuestros proyectos luchan cada día por llevar oportunidades a los mas pobres. Sus responsables acompañan a las personas que sufren desigualdad y discriminación, procurándoles medios que les permitan salir adelante en su día a día. Pero no solo depende de la labor de nuestras hermanas y laicos, depende de todos nosotros, que conscientes de las injusticias que genera la pobreza extrema, compartamos nuestros recursos para procurarles a los que menos tienen una vida mejor.