En este año lleno de experiencias y que está llegando a su fin, queremos agradecer el apoyo de tantas personas que permiten que nuestra misión siga siendo una realidad. Gracias a la generosidad de socios y donantes, a la labor de las hermanas, del laicado y de los voluntarios, y a la colaboración de otras entidades solidarias podemos seguir trabajando por los que mas sufren, afrontando el futuro con optimismo y esperanza.
Todos juntos construimos el mundo día a día. Por esta razón, es un privilegio seguir trabajando en este siglo XXI, digital y global, por el propósito que movió a dos hermanos que nacieron en el siglo XIX: el de “inclinar el corazón a la mayor miseria” para continuar siendo agentes de transformación social.